En esta obra se hace una revisión crítica de la memoria, la masacre de las bananeras es un hecho histórico del cual no hay imágenes especificas o una documentación rígida, se conoce mucho de esto gracias a los relatos de escritores como García Márquez, Álvaro Cepeda, el caricaturista Rendón, historiadores, sobrevivientes y autoridades. La obra que se aprecia tiene una función social crítica y denunciativa, no solamente frente a aquella despiadada masacre, también frente a la industria colombiana que se ve dictaminada por la empresa capitalista norteamericana. La multinacional United Fruit Company de Boston que a principios del siglo XX ya tenía control sobre la zona del Magdalena Medio explotaba de manera "astuta" a los empleados por medio de contratistas que también incumplían con los pocos acuerdos establecidos. En esta obra no se ve el logotipo de la empresa United Fruit Company, se ve claramente el logo de Chiquita Brand, que pasó a manos de una sociedad norteamericana en 1967 en la cual está el ex presidente George Bush, haciendo referencia a lo ocurrido por los grupos paramilitares que eran subsidiados por las mismas empresas norteamericanas para proveer seguridad a sus funcionarios y cometer asesinatos hacia los líderes sindicalistas de la zona, masacres y desplazamiento de personas. El sufrimiento de esta situación que a fin de cuentas es repetitiva a principios de siglo y a finales de siglo, se ve reflejada en esta obra que indica que del plátano no sale nada bueno para el pueblo trabajador, solo produce violencia, asesinatos, corrupción, una veneración por parte del estado a la industria Estadounidense y finalmente pobreza, ignorancia, segregación y estancamiento para el pueblo. En esta obra hay una politización del arte en la cual se denuncia la corrupción que genera el capitalismo desbocado, una crítica frente a las relaciones de producción que mantiene empobrecido al pueblo, los disparos por la espalda advierten una traición por parte de las autoridades contra su propio pueblo, la desnudez refleja la pobreza, fragilidad y humildad en la que viven las personas de poblaciones en la cual las oportunidades laborales se encuentran en empresas en las cuales las condiciones son poco dignas. La masacre de las bananeras de la cual no hay un reporte exacto de víctimas que se dice oscila entre dos mil y tres mil campesinos es un suceso que tiene poca recordación, los fines políticos y económicos de la época hicieron un intento de minimizar tal atrocidad que según reportes continuó con el asesinato de otros líderes sindicalistas y miembros del partido socialista revolucionario. Hasta ahora en los últimos años con documentales, crónicas y creaciones estéticas más tradicionales se le está dando la importancia que tiene en la historia gris del pueblo colombiano.
1928 - Soldados antes de la masacre. |
Esta es una de las pocas fotografías relacionadas con lo ocurrido en 1928, acá lo que se hace es testimoniar que el pie de fuerza de los militares aunque menor en número de hombres era mayor en poder de ataque bélico, informes datan que unos 300 hombres guiados por el coronel Carlos Cortés Vargas fueron los encargados de abrir fuego y que según el mismo general en entrevista para El Espectador del 12 de Diciembre –“la primera descarga se hizo sobre una multitud obrera inerme y pacífica”, esto clarifica que el interés de los Estadounidenses era muy firme y se traducía en el actuar de los militares que obedecían órdenes. Gracias a esta fotografía el imaginario puede volar y de esa manera transmitir lo que fue un acto salvaje lleno de barbarie. El evidente fascismo que busca la dominación de la masa es perpetuada en este caso por medio de la violencia, no hubo tregua ni negociaciones, se le quitó el valor humano a esas personas que simplemente eran explotadas. La industria colombiana de la época se basaba en eso, se basaba en la reducción del valor humano y no había ningún tipo de orden o relación acorde al trabajo realizado, por eso las peticiones de los huelguistas eran muy simples: seguro obligatorio para trabajadores, seguro de accidentes y habitaciones higiénicas. Esto era lo que pedían y contemplaba la ley pero los trabajadores no tienen la misma importancia y no pueden ejercer sus derechos en una postura fascista.
La memoria de los colombianos es muy reducida en cuanto a hechos de violencia se refiere, en las clases de historia no se hace una concientización del tema tratado, se realiza un procedimiento mecánico que se enfoca en la evaluación de fechas, nombres e información que no generan una reflexión profunda y se disminuye en la conciencia del estudiante la importancia de un análisis crítico. Así van llegando las nuevas generaciones con mucha desinformación, más conocimientos de otras culturas e intereses banales que a su vez aportan mediocremente a la sociedad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario